En Italia fue la arquitectura la que inicialmente volvió a
los cánones clásicos, seguida poco después por la escultura, que busco un
vínculo más fuerte con la naturaleza. Cuando el arquitecto y escultor Filippo
Brunelleschi (1377 – 1466) viajo a Roma para excavar, estudiar y medir las
ruinas de los edificios antiguos lo hizo acompañado por el orfebre y escultor
Donatello (aprox. 1386 – 1466). Las esculturas que encontraron durante ese
viaje y en las excavaciones posteriores produjeron una exaltación tal en el
ánimo de los escultores de aquel entonces que a finales del siglo XV Miguel
Ángel enterró una de sus obras para que poco tiempo después pudiera ser
desenterrada y considerada una Genuina Antigüedad.
El Renacimiento Italiano duro aproximadamente doscientos
años. Se considera que dentro del Renacimiento hay varias etapas: una época
temprana entre 1420 y 1500 (el Quattrocento), una fase en el que alcanzaría su
mayor esplendor y que duraría hasta 1520 y una fase final que se convertiría en
el manierismo y que terminaría en torno al siglo XVI (el Cinquecento). El arte
barroco (traducido aproximadamente como excéntrico o extravagante) se
constituyó en Italia como una ligera evolución de la última fase del
Renacimiento hacia una nueva corriente. Dependiendo de cada país esto se vio en
algunas ocasiones como una desviación y una decadencia y en otras como una
forma superior de evolución artística que denomino hasta fines del siglo XVII.
Tras cruzar los Alpes hacia Alemania, Francia y los Países Bajos, el
Renacimiento siguió una trayectoria similar y se clasifico de igual modo que en
Italia.
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