La imitación de la antigüedad trajo también en lo político un cambio radical. El ejemplo del Imperio romano con su unificación lingüística y legislativa y el poder absoluto de sus emperadores impulsó el deseo de imperios nacionales en los que toda la autoridad estuviese concentrada en los monarcas.
En medio del fraccionamiento y la diversidad feudal que es el rasgo esencial de la Edad Media, con su multiplicidad de legislaciones, tributos, normas y poderes, fueros y exenciones, algunos monarcas van tratando de realizar la unidad política inspirándose en las concepciones absolutistas y uniformadoras del Derecho romano (Roman law). Estas tendencias, por supuesto, se habían tratado de realizar antes en Europa desde el siglo XII bajo el emperador alemán Federico Barbarroja y bajo su nieto Federico II en Sicilia. En España, bajo Alfonso X (Partidas) y en Francia bajo Felipe IV. Todos estos reyes fueron influenciados por la Universidad de Bolonia(Bologna, Italia) y los legistas, adeptos especiales del Derecho romano.
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